Ir al contenido principal

Hola, soy el miedo.



Hola ¿qué tal estás?
No espero que me contestes, te pongo yo la emoción a partir de ahora. Aterrada.
Ya me conoces, te acompaño desde siempre. Desde que tienes recuerdos y conciencia de ti misma.

Te he susurrado tantas veces al oído que te quedarías sola, que te abandonarían las personas que quieres o que les pasaría algo terrible que no sabes lo que es vivir sin eso ¿verdad?

Reconócelo, te has acostumbrado a mi presencia. Y de algo debo servirte, porque si no ya me habrías echado. Y aquí sigo, 29 años contigo, recordándote lo peligrosa que es la vida.

He conocido también a tu hija, un encanto. La persona más importante de tu vida. Aquella por la que darías todo. Me lo pones tan fácil... sabes que con ellos, con tu marido y tu hija, tengo trabajo para rato.
Puedo presentarte todo tipo de escenas hipotéticas de enfermedad, accidentes y sufrimiento. Enunciarte uno a uno los peligros de vivir, mencionar cada segundo la muerte, el dolor.

Y si con eso no consigo activar tu terror más profundo, puedo echar mano de un recurso más potente: el recuerdo. Siempre podré utilizar tu memoria para mostrarte que la vida alguna vez fue terrible y que volverá a serlo pronto. No me lo invento, me baso en hechos. Tendré que pelearme con tu parte sana, la que intenta destacar otras cosas que no asustan, pero no me preocupa, la llevo ganando mucho tiempo. Créeme, me tienes bien alimentado y puedo con esa enclenque.

A veces incluso tú te rebelas. Y piensas que puedes conmigo. No negaré que me has callado un tiempo, pero sabes que nunca me fui del todo.
Y ahora, aquí me tienes como siempre, fiel, agarrado a tu vida, intentando que no olvides todo lo malo que puede ocurrir.

Y aún sigo con la duda que planteaba al principio ¿para qué me habrás mantenido tanto tiempo? Tanto te gusta quejarte de mi presencia, pero te defiendo de algo que seguro que ni conoces. ¿O si?


Comentarios

Entradas populares de este blog

Bulto no deseado. Mi experiencia con el galactocele.

Mi hija apenas tenía 2 meses cuando comencé a notarme un bulto en el pecho derecho, en el cuadrante superior externo. La verdad que no suelo hacerme exploraciones (aunque se que debería), pero con la lactancia estaba muy concienciada en revisar que no se quedaran zonas duras que pudieran generar las temidas mastitis. Al principio no le di mucha importancia, con tanto cambio como había sufrido mi cuerpo, y con sólo 2 meses de lactancia, leyendo un poco de aquí y de allá, pensé que ofreciendo más ese pecho se solucionaría. Sin embargo pasaron las semanas y el bulto comenzó a crecer, a ratos era doloroso, pero en otras ocasiones no me molestaba. Sin embargo, la peque vaciaba perfectamente el pecho, se quedaba completamente blando, y el bulto seguía ahí. Mi preocupación comenzó a crecer, como el bulto... Acudí al ginécologo (uno muy recomendado ya que había atendido con bultos en el pecho a varias familiares con un diagnóstico muy acertado) que me exploró. No tardó ni 1 minuto

Postales

Caminaba absorta entre la gente, con su bandolera granate y su bufanda de enormes dimensiones enrollada en la garganta. El frío la cortaba la cara y la impedía olvidar que el invierno se acercaba con fuerza. Llegar a su oficina no la suponía un gran esfuerzo, apenas un par de paradas de metro la separaban de su casa. La encantaba aquel lugar repleto de buenos compañeros y donde se respiraba olor a papel nuevo y tinta. Cada mañana sacaba el ordenador de su bolso y lo colocaba con cariño en aquella mesa abarrotada de bocetos, rotuladores y tarjetas de cumpleaños viejas. La encantaba diseñar postales. Adoraba inventarse tipografías, dibujar escenas y redactar frases ocurrentes. Era lo bueno de trabajar en una pequeña empresa dedicada a las felicitaciones. Permitía que una misma persona pudiera explotar toda su creatividad realizando el diseño completo. Y eso lo hacía perfecto. Eso, y que podía trabajar en creaciones de cualquier temática excepto de aquella que ella no podía

Ese viaje.

Fue un recorrido angosto. Del cálido abrazo húmedo al frío tacto engomado. La oscuridad del origen se tornó luz intensa y cegadora. Así llegué al destino que no significaba el fin, sino el comienzo. Respiré, lloré y temblé. Estaba viva.