La sensación de prisa me invade. Desde que me levanto, si es que puedo establecer diferencia entre un día y otro, porque con tanto despertar nocturno cada vez me resulta más difícil. Pero para no complicar el asunto, sí, desde que me levanto. Salto de la cama y ya voy tarde. Tarde para arreglarme, para dejar dado el pecho a mi hija, para organizar el día, para llegar al trabajo... tarde. Salgo de trabajar y siento que voy tarde. Tarde para llegar a casa con mi bebé, tarde para limpiar, tarde para recoger, tarde para dejar preparadas cosas para el día siguiente...tarde. Y entre tanta sensación de tarde, de prisa, de ir en volandas, siempre aparece, como una nube que me rodea y me atrapa, el tiempo con ella, con mi hija. Y es cuando me siento con ella cuando hago el esfuerzo consciente para que todo se pare. No el reloj, ni las obligaciones, pero sí mi mente. La mejor forma de crear recuerdos que permanezcan es hacerlo con atención, con dedicación. Igual que cuando estudiamos y