Vínculo según la Real Academia Española de la Lengua se define como: "unión o atadura de una persona con otra".
Si bien es cierto que la palabra atadura tiene connotaciones negativas, hay que reconocer que el vínculo del que voy a hablar en parte ata y mucho.
Cuando nacemos venimos al mundo desnudos, en cuerpo y en afectos. Igual que ponemos a nuestros bebés ropa y los envolvemos en suaves mantas lo más rápido posible, les rodeamos también sin darnos cuenta de emociones y les inundamos con nuestra forma de relacionarnos con ellos. Y es justo lo que necesitan. Sin esa marea de sensaciones afectivas, se sentirían, nos sentiríamos, perdidos, aterrados y angustiados.
Todo ese conjunto de vivencias que nos acompañan desde que nacemos hasta la vida adulta, y que están formadas por cómo se relacionan las personas de las que dependemos con nosotros, forman el vínculo.
- Cuando atendemos a nuestro bebé si empieza a llorar, estamos creando un vínculo seguro.
- Cuando le hacemos cosquillas para que se ría, estamos creando un vínculo seguro.
- Cuando le explicamos durante el paseo lo que va viendo, estamos creando un vínculo seguro.
- Cuando al irnos a trabajar nos despedimos y le contamos cuando volveremos (aunque creamos que no nos entiendan si son muy pequeños) estamos creando un vínculo seguro.
En definitiva, todo lo que incluye hacer sentir a una persona que depende de nosotros para sobrevivir, como suele ser una hija o hijo, segura, a salvo y con capacidad de predecir mínimamente el futuro inmediato, forma parte de un vínculo seguro, o lo que es lo mismo, permite crear un apego seguro, sano.
El apego no es una tontería que se ha puesto de moda antes de ayer y que usamos las madres modernas para excusarnos por coger a nuestros bebés como posesas.
El apego se definió a mediados del siglo XX, cuando la lactancia artificial imperaba en las maternidades, por lo que tampoco es un invento que hayamos creado las madres que damos lactancia materna prolongada como método de persuasión.
El apego seguro es la base para desarrollar una salud mental adecuada.
Muchos de los trastornos mentales que se observan en la adultez, no digamos ya en la infancia o adolescencia, están relacionados con vínculos de apego inadecuados que se generaron en la niñez.
Sé que muchos se resisten a esta idea de que lo que nos ocurre de pequeños influye en nuestro comportamiento adulto. No dejo de escuchar frases como "a mí mis padres me hacían esto o aquello y no tengo ningún trauma". No se trata de establecer puentes directos entre la infancia y la vida adulta. Efectivamente para desarrollar un trastorno mental tienen que unirse en un momento determinado diversos factores: pasados y actuales.
El apego, es uno de esos factores pasados. Y es que el apego se genera en la infancia. No hay otra.
Surge en la infancia porque es cuando necesitamos, desprovistos de otras herramientas, que otro nos sustente con todo lo que pueda, alimentos, cuidados, cariño, protección, amor... Nos tiene que dar todo, porque no tenemos de nada. Además nos tiene que dar todo, de la manera más incondicional posible, porque con pocos meses no tenemos la capacidad de entender que a veces hay que esperar en la vida o que la frustración existe (y es necesaria, pero más adelante).
Es por esto que es sano coger en brazos a nuestro bebé si llora. Es sano atenderle si creemos que necesita algo, aunque el resto del mundo opine lo contrario. Es sano hablarle, cantarle, acunarle, alimentarle con paciencia, cambiarle el pañal con delicadeza...con todos nuestros gestos estamos creando vínculo.
Cuando cuidamos de manera errática, hoy te cojo en brazos, mañana tal vez, pasado te dejo llorar en la cuna...la semana que viene si eso te vuelvo a coger...podemos estar contribuyendo a generar un apego inseguro, en la que el bebé no sabe cuándo ni cómo van a estar cubiertas sus necesidades de afecto. Esto genera un patrón de desconfianza que en un futuro puede servir de base a trastornos de corte ansioso o en el peor de los casos, trastornos de personalidad.
Me da pena escuchar a madres lamentarse de cómo dejan llorar a su bebé porque su suegra o vecina les han dicho que están malcriando a su hijo. Cómo actúan en contra de su insisto que las lleva a crear un apego seguro con sus bebés, movidas por la presión del entorno que las rodea.
Si alguna madre o padre que me lee se ha sentido así alguna vez, sólo quiero deciros:
La sensación de seguridad y confianza, es de las mejores enseñanzas que puedes darle a un hijo. El saber cómo dárselas nace con él. Nace a la vez que te conviertes en su madre o su padre. No te niegues ese insisto, porque le estarás negando entonces una de las partes más influyentes en su salud mental: el apego seguro.
Un post increíble, de verdad es una maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha encantado, he leído mucho sobre el apego seguro... yo soy de la opinión de que lo que vives en tu infancia, lo que recibes se queda contigo para toda la vida. Pienso que es la base de como te vas a desarrollar en tu madurez, cómo te vas a relacionar... también es muy importante el temperamento innato, pero influye mucho la seguridad que recibas, como te traten, la confianza... ese es mi punto de vista. Un abrazo.
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